jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo 2 "El segundo encuentro"

-La desesperación resulta ser la peor de las consejeras, en especial para un corazón roto-. Eso me había dicho el extraño justo cuando salía lo más sigilosamente posible de la habitación, era evidente que no lo había logrado pues estaba despierto ¿acaso siempre lo estuvo? - Por cierto, puedes hacer café si así lo deseas-.
Me giré a mirarlo, ni siquiera se cambió de posición al hablar, seguía acostado boca abajo apresado por el enredo de sábanas que causamos la noche anterior.
Salí de ese departamento, sin hacer café, sin decir gracias, sin despedirme, si nada excepto la firme decisión de no regresar.



Eso reflexionaba mientras me acomodaba en el banco de la barra, el bar tender ni siquiera se molestó en preguntarme si quería algo, al parecer había creado una rutina predecible. Cada noche desde ese encuentro con el extraño, iba y me sentaba en el mismo banco del mismo club nocturno y justo a la medianoche esperaba a que el extraño apareciera. Había hecho exactamente lo mismo desde hacía un mes y el individuo seguía sin aparecer. Bien a bien no sabía que esperaba que pasara si me lo volvía a encontrar ¿Acostarnos de nuevo? ¿Charlar? ¿Tomar un café?

Un bufido salió de entre mis labios y le di un sorbo a mi vodka, sentí el ardor en mi garganta, estaba siendo un ridícula, seguro el tipejo ese no volvía al "Big Noise" y yo estaba aquí, gastando mi poco dinero y tiempo en esperarlo. Tal vez yo había soñado toda esa escena, era natural en mi imaginar cosas, pensar y soñar despierta se me daba demasiado bien, aunque si de verdad lo había alucinado resultaba preocupante, volteé a mirar al bar tender fugazmente. Él podría decirme si aluciné al extraño.
¡Bah! Pensé con fastidió, debería terminar este teatrito de una vez, decidí que en cuanto me acabara mi vodka abandonaría el club y no regresaría. Ni siquiera había resuelto mis asuntos emocionales anteriores como para ya estar liándome por algo de un noche.

Además justo había sido yo la que pensó que eso no debía trascender más allá de lo que fue: un 'polvo de una noche'. Pero entonces ¿qué me había hecho comportarme de la manera en la que lo había hecho el último mes? Por fin comenzaba a hacer las preguntas correctas ¿Qué resultaba tan especial e intoxicante de ese individuo que me arrastro a un lugar que odio cada noche del último mes?

Sabía la respuesta, simplemente no quería aceptarla: Me había sentido acompañada. Ese acostón me hizo olvidar a Samuel por lo menos por unas horas, despertar entre los brazos del desconocido fue, cuando menos, reconfortante, me sentí segura. Y lo último que me dijo, lo del corazón roto. Era casi como si el entendiera lo que me estaba ocurriendo, como si lo supiera todo.

No creo que me esté obsesionando, ni que me haya enamorado, francamente pienso que lo que me atrajo y aún atrae al extraño, es el tan ansiado sentimiento de compresión. Desde que me fui, e inclusive antes nadie comprendió por qué tenía que alejarme, todos pensaron que exageraba que estaba loca y a nadie le pareció como manejé las cosas.
Pero el extraño, el extraño era diferente, lo dicho, era como si supiera la historia completa. Como si supiera justo lo que necesitaba, no me parecía muy loco pensar que tal vez existiera la remota posibilidad que él hubiera pasado por algo parecido y que fuese esa la razón que le permitió leer mi mirada, mi tristeza y... desesperación.

El último sorbo de vodka, ya había abandonado toda esperanza de ver al extraño esa noche, decidí pasear mi mirada por la pista de baile antes de tomar el último sorbo, pensando que tal vez con un poco de suerte pudiéramos encontrarnos en la calle, después de todo sé que vivimos en la misma ciudad y a pesar de saber exactamente su domicilio me resultaba desagradable aparecerme así de la nada en su apartamento, como si fuera una acosadora obsesionada. Prefería esperar que la suerte estuviera de mi lado.

Cerré los ojos, el último trago siempre me sabe especialmente fuerte, no sé por qué, además ya era tiempo de irme, ya era tarde y mañana tenía que trabajar. Nunca esperé que al abrir los ojos me encontrara otro conocido par de ojos marrones observándome desde el taburete contiguo al mío.

-Hi- fue lo único que dijo- ¿Me dejarías invitarte un trago?-una sonrisa de blancos dientes hizo aparición.

Me sorprendí, lo sé por la manera en que el extraño sonrió, como si le hiciera gracia mi sorpresa, despertó en mi la sospecha, sabía algo.

-Martin - dijo dirigiéndose al bar tender, yo no sabía que se llamara así- otro vodka tonic para la señorita, el de costumbre-agregó al final con un tono divertido en su voz.

Sentí que un rubor acaparaba mi rostro, lo sabía, no sé cómo, pero sabía que estuve esperando a que viniera de nuevo, que se me acercara, no sé desde hace cuanto lo sabía lo cual me ponía un poco nerviosa si debía admitirlo.

-Enseguida sale- respondió Martin mirando al extraño por un segundo, segundo que fue suficiente para sentir como aumentaba mi sonrojo, por suerte el vodka me ayudaba mucho con la vergüenza que debería sentir al hallarme descubierta ¡Era amigo del bar tender! Seguro lo sabía desde el primer día, juro que nunca volveré a cometer alguna estupidez impulsiva como esta, lo más acertado es pensar que el extraño piense ahora en mí como una loca acosadora.

-Gracias- dije agradeciendo que las luces del club imposibilitaran un poco que, tanto el extraño como el bar tender, vieran mi sonrojo en su plenitud. Apenas tuve el vaso en mis manos me tomé de golpe el vodka, al parecer se me avecinaba una conversación para la que lo necesitaría.

-¿Te parece si vamos afuera a charlar? Creo que te debo una explicación- Le dije enfrentándole la mirada con el poco valor que logré reunír.

El extraño sonrió, no era una sonrisa burlona, era como si hubiese esperado que yo dijera exactamente eso.

-No me debes nada pero si de igual manera te apetece charlar por mí esta bien- dicho esto se levantó del taburete, pagó y se despidió de Martin con un par de palabras, yo de igual manera me levanté, pagué y, evitando mirar al bar tender a los ojos, comencé a caminar a la salida intentando esquivar los cuerpos de las personas que bailaban.

El golpe de aire fresco me sentó bien, busqué al extraño, él había salido primero del club. Lo encontré unos cuantos pasos en frente, justo a lado de las escaleras para subir a King's Road, me acerqué a él despacio, aún no sabía qué decir y era justo yo la que había sugerido "charlar". Cuando estuve a su lado y abría la boca para evocar una disculpa, no pude.

El extraño me besaba, suavemente, sabía un poco a tabaco algo que no me desagradó para nada; y tan rápido como comenzó, terminó.

-Mi nombre es João- dijo alejándose un poco de mi- pero puedes llamarme John si te resulta difícil pronunciarlo.

_________________________________________________________________________________


N/A: Ya sé, me tardé demasiado en actualizar y actualizo esta grosería de capítulo. Pero que más da, es lo bueno de que sólo sean fantasmas mis lectores. Originalmente la historia seguía otra línea y otro tipo de narración, pero a raíz de ciertos eventos decidí volverla más realista y cambiar el rosa de la original y volverla un poco gris. Justo como pasa en la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario