Recuerdo la primera vez que la vi… Que, de verdad, la vi.
Era día de
inscripciones, no tenía mucho que había llegado y decidí tomar un asiento de la
parte de atrás, en general, no disfruto hablar con desconocidos y ese salón
estaba lleno de desconocidos.
Había perdido mi grupo por idiota, mi promedio
del año pasado no fue suficiente y terminé en un salón en dónde no conocía a
nadie y por lo que estaba viendo, no me interesaría conocer a nadie.
Alguien más había entrado al salón, un chico que iba conmigo
el semestre pasado al que apenas le hablaba; bueno, por lo menos ya conocía a
alguien por aquello de los trabajos en equipo que los profesores adoran dejar.
Estuve a punto de levantarme y cambiarme de lugar, tal vez un poco más cerca
del chico, no recordaba su nombre, pues parecía que la espera del trámite sería
larga y podría ser que en algún momento me aburriera lo suficiente como para
intentar platicar con alguien; cuando entró al salón otra persona.
Una chica que conocía de vista, bueno, tal vez le había
dirigido la palabra alguna vez; era amiga de un amigo mío. En realidad a mi
amigo le gustaba mucho su amiga e intentó acercarse a través de esta chica. Está
de más decir que no funcionó; de haber funcionado, tal vez le hubiera hablado
un poco más a ella y tal vez ahora tendría con quien pasar el tiempo platicando.
No recuerdo qué fue exactamente lo que pensé de su
apariencia; tal vez no pensé nada sobre eso. Lo que recuerdo es haber pensado
que se iba a sentar lejos de mí, posiblemente en la otra esquina o cerca de
algún grupito e intentaría comenzar a hacer amigos como la mayoría de las
personas lo hace. Entonces, se detuvo en
el marco de la puerta y escaneo el salón con la mirada… me vio. Yo bajé la
mirada disimulando que no la estaba viendo; su mirada se posó un minuto entero
sobre mí; me había reconocido y supuse que estaba valorando la idea de
acercarse o no. Después de todo, casi éramos desconocidos.
No la volteé a mirar, no quería ser demasiado obvio, seguí
jugando con mi celular; si habría de sentarse cerca lo haría; si no, no. Pasó un
rato y seguí concentrado en mis asuntos. De repente, me sobresalté un poco, la
chica estaba hablándome; no sólo se sentó cerca. Se había sentado justo a mi
lado y me estaba haciendo plática. No sé qué pasaba por mí cabeza.
-¿Toto, verdad?- Ese maldito apodo, en realidad no me
molestaba pero no me resultaba agradable que la gente me pusiera apodos, por
algo tenía un nombre.
-Sí- contesté medio apático - ¿eres la amiga de Cristina,
no?- le pregunté.
-Sí, soy Amanda- contestó con una sonrisa tímida- lo siento,
no soy muy buena haciendo amigos ¿te importa si me quedo contigo?- me miró
acongojada.
-Me da lo mismo- contesté de mala gana; tampoco soy bueno
haciendo amigos pero no le iba a decir eso.
-Oye, no me agrada decirle por apodos a las personas….-me
miró nerviosa, supuse que estaba avergonzada por no saber mi nombre- ¿podrías
decirme tu nombre?-.No se la iba a poner tan fácil, odio ese maldito apodo, pudo
preguntarme mi nombre primero.
-¿Para qué quieres saberlo? Lo vas a olvidar de todos modos-
y de cierta manera no mentía, se veía, a pesar de su nerviosismo como una
persona amigable; además recordaba verla con los populares de nuestro salón,
seguro haría amigos fácilmente y pasaría otro año entero sin hablarme. Ella frunció su ceño en signo de enojo.
– No lo voy a olvidar-
entonces no era enojo- lo prometo- era decisión.
-Claro que lo vas a olvidar- esto estaba poniéndose
interesante.
No tenía idea porque quería saber mi nombre, no era
importante, por supuesto que lo iba a olvidar; seguramente sería la última vez
que me hablaría… No es el tipo de chica que les habla a personas como yo. Por
ese entonces, e incluso un poco ahora, era más huraño, más grosero, mucho más
enojón y poco paciente.
-Olvídalo, no te lo voy a decir- dije con simpleza.
- Bueno, entonces te fastidiaré todo el rato hasta que me lo
digas- vaya, era perseverante; su amenaza no me importó, en un momento llegaría
el docente que nos daría las encuestas y nos recibiría los papeles de
inscripción; pronto no podría hablar conmigo.
-Haz lo que quieras- le dije sin más.
Después de eso, el resto del tiempo fue bastante tranquilo y
para mí sorpresa, pudimos mantener algún tipo de conversación medianamente
interesante para pasar el tiempo; conversación que era intercalada de vez en
cuando por ella preguntando mi nombre y yo respondiéndole de manera fea.
El tiempo pasó verdaderamente rápido, no sé cómo pero ya era
mi turno de entregar papeles y me iría. En algún punto del tiempo, el chico que
también había estado en nuestro salón el año pasado se unió a la conversación,
pero ese chico no era tan interesante como Amanda.
Cerca del final de nuestra conversación Amanda propuso ir al
cine al día siguiente diciendo algo como… “Ya que vamos a pasar un año juntos ¿qué
tal si nos conocemos?”
Por supuesto acepté, en realidad no tenía ninguna razón por
la que negarme y platicar con ella había resultado extrañamente sencillo. Ella
no se insultaba fácilmente y tenía el mismo
tipo de humor que yo; en realidad, siendo muy sincero, Amanda era una de
las chicas más intrigantes que conocía.
Hoy en día, agradezco a todas las deidades y fuerzas
superiores que ella haya decidido sentarse junto a mí. Amanda con el tiempo se
volvió mi confidente y mi mejor amiga; o lo había sido hasta hace muy poco. A
veces la extraño y a veces me siento un imbécil; debí luchar por ella. Ya era muy
tarde. Amanda se había ido y, por lo que todos decían, no planeaba volver.
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N/A: Hola fantasmitas, ha pasado mucho tiempo... Bueno, este es el punto de vista del tipo que le rompió el corazón a la protagonista.
Vaya, por fin le puse un nombre.
Amanda, suena muy bonito a mí parecer. No me juzguen.
Los adoro :)