domingo, 29 de noviembre de 2015

Capítulo 3 "Amanda entra en escena"

Recuerdo la primera vez que la vi… Que, de verdad, la vi.


Era día de inscripciones, no tenía mucho que había llegado y decidí tomar un asiento de la parte de atrás, en general, no disfruto hablar con desconocidos y ese salón estaba lleno de desconocidos. 

Había perdido mi grupo por idiota, mi promedio del año pasado no fue suficiente y terminé en un salón en dónde no conocía a nadie y por lo que estaba viendo, no me interesaría conocer a nadie.
Alguien más había entrado al salón, un chico que iba conmigo el semestre pasado al que apenas le hablaba; bueno, por lo menos ya conocía a alguien por aquello de los trabajos en equipo que los profesores adoran dejar. 

Estuve a punto de levantarme y cambiarme de lugar, tal vez un poco más cerca del chico, no recordaba su nombre, pues parecía que la espera del trámite sería larga y podría ser que en algún momento me aburriera lo suficiente como para intentar platicar con alguien; cuando entró al salón otra persona.

Una chica que conocía de vista, bueno, tal vez le había dirigido la palabra alguna vez; era amiga de un amigo mío. En realidad a mi amigo le gustaba mucho su amiga e intentó acercarse a través de esta chica. Está de más decir que no funcionó; de haber funcionado, tal vez le hubiera hablado un poco más a ella y tal vez ahora tendría con quien pasar el tiempo platicando.

No recuerdo qué fue exactamente lo que pensé de su apariencia; tal vez no pensé nada sobre eso. Lo que recuerdo es haber pensado que se iba a sentar lejos de mí, posiblemente en la otra esquina o cerca de algún grupito e intentaría comenzar a hacer amigos como la mayoría de las personas lo hace. Entonces, se detuvo en el marco de la puerta y escaneo el salón con la mirada… me vio. Yo bajé la mirada disimulando que no la estaba viendo; su mirada se posó un minuto entero sobre mí; me había reconocido y supuse que estaba valorando la idea de acercarse o no. Después de todo, casi éramos desconocidos.

No la volteé a mirar, no quería ser demasiado obvio, seguí jugando con mi celular; si habría de sentarse cerca lo haría; si no, no.   Pasó un rato y seguí concentrado en mis asuntos. De repente, me sobresalté un poco, la chica estaba hablándome; no sólo se sentó cerca. Se había sentado justo a mi lado y me estaba haciendo plática. No sé qué pasaba por mí cabeza.

-¿Toto, verdad?- Ese maldito apodo, en realidad no me molestaba pero no me resultaba agradable que la gente me pusiera apodos, por algo tenía un nombre.

-Sí- contesté medio apático - ¿eres la amiga de Cristina, no?- le pregunté.

-Sí, soy Amanda- contestó con una sonrisa tímida- lo siento, no soy muy buena haciendo amigos ¿te importa si me quedo contigo?- me miró acongojada.

-Me da lo mismo- contesté de mala gana; tampoco soy bueno haciendo amigos pero no le iba a decir eso.

-Oye, no me agrada decirle por apodos a las personas….-me miró nerviosa, supuse que estaba avergonzada por no saber mi nombre- ¿podrías decirme tu nombre?-.No se la iba a poner tan fácil, odio ese maldito apodo, pudo preguntarme mi nombre primero.

-¿Para qué quieres saberlo? Lo vas a olvidar de todos modos- y de cierta manera no mentía, se veía, a pesar de su nerviosismo como una persona amigable; además recordaba verla con los populares de nuestro salón, seguro haría amigos fácilmente y pasaría otro año entero sin hablarme. Ella frunció su ceño en signo de enojo.

 – No lo voy a olvidar- entonces no era enojo- lo prometo- era decisión.

-Claro que lo vas a olvidar- esto estaba poniéndose interesante.

No tenía idea porque quería saber mi nombre, no era importante, por supuesto que lo iba a olvidar; seguramente sería la última vez que me hablaría… No es el tipo de chica que les habla a personas como yo. Por ese entonces, e incluso un poco ahora, era más huraño, más grosero, mucho más enojón y poco paciente.

-Olvídalo, no te lo voy a decir- dije con simpleza.

- Bueno, entonces te fastidiaré todo el rato hasta que me lo digas- vaya, era perseverante; su amenaza no me importó, en un momento llegaría el docente que nos daría las encuestas y nos recibiría los papeles de inscripción; pronto no podría hablar conmigo.

-Haz lo que quieras- le dije sin más.

Después de eso, el resto del tiempo fue bastante tranquilo y para mí sorpresa, pudimos mantener algún tipo de conversación medianamente interesante para pasar el tiempo; conversación que era intercalada de vez en cuando por ella preguntando mi nombre y yo respondiéndole de manera fea.

El tiempo pasó verdaderamente rápido, no sé cómo pero ya era mi turno de entregar papeles y me iría. En algún punto del tiempo, el chico que también había estado en nuestro salón el año pasado se unió a la conversación, pero ese chico no era tan interesante como Amanda.

Cerca del final de nuestra conversación Amanda propuso ir al cine al día siguiente diciendo algo como… “Ya que vamos a pasar un año juntos ¿qué tal si nos conocemos?”

Por supuesto acepté, en realidad no tenía ninguna razón por la que negarme y platicar con ella había resultado extrañamente sencillo. Ella no se insultaba fácilmente y tenía el mismo  tipo de humor que yo; en realidad, siendo muy sincero, Amanda era una de las chicas más intrigantes que conocía.

Hoy en día, agradezco a todas las deidades y fuerzas superiores que ella haya decidido sentarse junto a mí. Amanda con el tiempo se volvió mi confidente y mi mejor amiga; o lo había sido hasta hace muy poco. A veces la extraño y a veces me siento un imbécil; debí luchar por ella. Ya era muy tarde. Amanda se había ido y, por lo que todos decían, no planeaba volver.
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N/A: Hola fantasmitas, ha pasado mucho tiempo... Bueno, este es el punto de vista del tipo que le rompió el corazón a la protagonista.
Vaya, por fin le puse un nombre.
Amanda, suena muy bonito a mí parecer. No me juzguen.
Los adoro :)

viernes, 17 de julio de 2015

Ha pasado el tiempo

Se siente extraño colocar mis dedos una vez más sobre el teclado, en especial cuándo no hay un motivo en específico. Ya había olvidado la maravillosa sensación que me provocaba dejar que las ideas fluyan de mi mente y se plasmen como palabras.
Es tan liberador y, a la vez, esclarecedor. Las ideas se ordenan sin que lo note.

Ha pasado mucho tiempo, desde la última vez que escribí algo sólo por el gusto de hacerlo, sin tener que responderle a nadie, con la seguridad que me proporciona mi pequeño espacio en el mar que es la Internet.

Han habido tantísimos cambios en mi vida, muchos de ellos decisión mía y otros sólo consecuencia de mis decisiones; básicamente podría decir, sin temor a equivocarme que mi vida por fin está tomando un rumbo elegido por mí. Podría decir que se siente correcto. Podría.

Sin embargo, los últimos meses, una sensación me ha impedido disfrutar la vida. Hay algo que no se siente bien. Lo que es a su vez deprimente, sacrifiqué tanto por llegar a este punto en el camino que sólo debería ser capaz de sentir éxtasis y felicidad.

La felicidad hace tiempo me abandonó y para este punto yo ya he olvidado qué es el éxtasis; me remuerde pensar que hice todo esto en vano, me ofusca la idea de haber cambiado felicidad real por un concepto inexistente. Construí demasiados castillos en el aire acerca de cómo debía ser mi vida, ahora me parecen todos esos "obstáculos" excusas estúpidas que me impidieron disfrutar por completo lo que ya tenía, no darme cuenta de lo que tenía.

El amor, la escuela, el trabajo, la familia, los sueños... absolutamente todo tiene un significado diferente en este momento; ya nada es como lo creí y tal vez nunca lo fue. Tal vez, como ya lo he establecido, pensé e imaginé demasiado; tal vez lo que yo tenía era justo lo que necesitaba y nunca fui capaz de verlo.

Añoro y extraño esas horas que ahora lucen tan lejanas en las que poseía ese cariño que ahora tanto me hace falta. Necesito a veces tanto esa comprensión esas sonrisas, los secretos... la complicidad y más que nada la compañía. Nunca pensé decirlo pero añoro el pasado y me desentusiasma el futuro.
Antes ¡oh, antes! Añoraba el futuro pues prometía felicidad y satisfacción.

Hoy el futuro sólo es, en el mejor de los casos, conformismo.

Ya no aspiro a la felicidad, sólo puedo esperar que exista estabilidad, que sea suficiente para mantenerme cuerda y en una pieza.

Se me ha prometido que el pasado estaría ahí para reconfortarme en los momentos más duros; sin embargo, hundirme, hoy en día, en los recuerdos pasados no resulta reconfortante sino más bien una tortura, Saber que lo tenía todo y lo dejé ir.

Y no puedo dejar de culparme. Extraño mi pasado, detesto el presente y temo que el futuro sea aún más descorazonador.

Deseo ahora, más que nada, que esa fuerza que solía empujarme cada día en cada minuto, regrese. No estoy segura de cuándo la perdí y si pudiera regresaría en el tiempo y me aferraría a ella. Sólo quiero ser feliz; es lo que más deseo en el mundo. Quiero ser entendida, sentirme acompañada, ser necesaria y amada.

Estoy, tal como cuando abrí este blog, en un momento y lugar oscuros de mi vida. Ahora no hay cambio de camino, debo luchar por ser feliz o con lo que tengo. Estoy demasiado cansada para intentar cambiar todo de nuevo. Además creo que no cambié, que más bien huí y ya no quiero huir.

Ha pasado el tiempo, de verdad que ha pasado y tal vez demasiado rápido para mi gusto.